Rohman de Markus Bollingmo
Entregarse al último cigarro como quien se aferra al último soplo de vida o al último bocado del mejor pastel del mundo. El último aliento de nicotina que sabe a saliva y sudor y semen. Pecar de pensamiento (sin obra ni omisión) y mancillar cuerpos de belleza adolescente por puro aburrimiento doméstico. Horas muertas. Maridos que llegan tarde del trabajo y orgasmos infieles en las tardes de otoño. Jugar con la mente a inventar historias que probablemente nunca ocurrirán. Darse al onanismo. Prometer que este cigarro será el último. Incumplir promesas hechas hace un segundo. Nadie dijo que ser ama de casa fuera tarea fácil... nadie prohibe dejar volar la imaginación por puro placer.
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