Esta noche ha dejado en el armario las lentejuelas y las suelas rojas de sus Louboutin para recibir el año nuevo... si es verdad que viene el fin del mundo a ella, por lo menos, no le pillará desprevenida.
Sentirse desnudo en una cama vacía. Desnudo sin tí. Desnudo sabiendo que no volverás. Sentimentalmente desnudo. Emocionalmente desamparado. Desconcertado y desnudo. Solo. Sin nada más que un corazón roto.
Y aunque te empeñes, nunca me gustarán tus historias de superhéroes... ni soporto todos esos cómics esparcidos por la habitación. Ya no eres mi kriptonita. Me escapo de tu tela de araña. La mujer América ahora vuela por libre.
Vueltas sin sentido entre los pliegues de las sábanas. Pesadillas con los ojos abiertos. Siempre me dejas a medias. Maldito insomnio… ¡qué mal compañero de cama eres!
No estás ni aquí ni allí... no eres ni tú ni otro. Encrucijada. Otro punto más de inflexión en la raya de la vida de la palma de tu mano. Mirar fijamente un punto del gotelé esperando encontrar la respuesta a todos tus fracasos. Mirar el techo como remedio a todos los males y no encontrar nunca una respuesta.
Quiero que seas un astronauta y viajes a lugares volcánicos nunca explorados de mi cuerpo... dibujando con caricias constelaciones a partir de mis lunares.
Frenar no es detenerse. Frenar es reflexionar. Frenar sólo para tomar impulso. Frenar para volver con más fuerza. Correr para saltar al vacío. Correr para volar. Volar entre nubes y pájaros y problemas. Volar por el azul. Azul es un color bonito. Azul es mucho más.